“Lo he decidido, quiero emprender un proyecto propio.
Se que me queda mucho por recorrer, mucho por aprender, pero quiero hacerlo.
Aunque tengo una duda. . .
Se más o menos el área en que quiero trabajar, pero no estoy segura de que es lo que quieren mis clientes, que servicio les puedo ofrecer que les ayude ni por dónde empezar.”
Esto es lo que me contaba una de mis clientas hace un par de meses.
Ciertamente, en muchas ocasiones, sueles empezar a construir tu casa sin verificar si los cimientos están bien asentados.
Antes de empezar a crear tu plataforma, tu contenido, empezar a crear infoproductos o servicios que te van a suponer invertir tiempo y dinero, tienes que asegurarte de que todo esté enfocado en lo que tu cliente quiere y necesita.
Si, las dos a la vez. De otro modo no te vas a comer un rosco.
Te va a contratar por lo que quiere, pero lo que necesita le va a ayudar de verdad.
Así que necesitas hacer un pequeño estudio de mercado y averiguar con quien quieres trabajar para desarrollar todo tu plan de acción y las estrategias necesarias para conseguirlo.
Vamos a centrarnos en lo más importante: ¿qué puedo aportar yo a los demás?
Mucho.
Seguro. Pero no puede ser tan abstracto.
No tener detallados y definidos los servicios que ofreces ni a quien puede suponer un caos en tu negocio que lo único que significará es estar apagando fuegos constantemente, adaptándote a clientes y problemas distintos, con una lista interminable de servicios que vas adaptando sobre la marcha, creándote inseguridad y frustración que afectará tu efectividad, tu tiempo, tu libertad y por supuesto tus ingresos.
Si todavía no tienes clientes, es el momento de hacerlo, hay que enfocarse y elegir. Y si ya los tienes, puedes redefinir tu público y tu estrategia para evitar lo que te he comentado.
Localizar los mayores problemas que tienen para ofrecer una solución centrada en solucionarlos te ahorrará mucho tiempo y efectividad.
Así que vamos por partes:
Mi aportación: ¿cuál es realmente mi valor?
Seguro que eres una persona con un montón de habilidades y cualidades, pero también estoy segura de que algunas destacan sobre las demás.
Es posible que nunca te hayas parado a pensarlo, pero es básico que descubras que se te da mejor hacer, que es lo que harías aunque no te pagaran por ello. Puede que seas una persona muy organizada, puede que te guste la tecnología, puede que tengas facilidad en empatizar y conectar con los demás.
Como verás no solo es importante tus conocimientos, tu formación y tu experiencia, sino las habilidades que hayas desarrollado incluso sin ser consciente de ello.
Vamos a mezclarlo.
Haz una lista de disciplinas en las que te has formado, de todos los campos en los que has trabajado o dominas y también de todo lo que te encanta hacer, lo que haces sin pensar, aquello en lo que se te va el tiempo sin darte cuenta.
Puede ser una afición o una habilidad, no descartes ninguna por absurda que te parezca, estas barajando posibilidades, así que no te limites.
Pregúntate: ¿Qué puedo aportar a los demás? ¿Qué puedo saber que otra persona no sabe y le ayude? ¿En que he trabajado o que experiencia tengo con X que podría ayudar a otras personas?
Cruza las listas y empezarás a dar con la clave de tu talento.
Ama lo que haces, haz lo que amas
Tienes que emprender un proyecto que te emocione, que te apasione, que te haga vibrar, que te motive y te ayude a ser constante y perseverante, porque sino cualquier obstáculo en el camino te hará dudar y plantearte el tirar la toalla.
Cuando haces realmente aquello que te gusta también sueles dedicar más atención, más tiempo y te genera más curiosidad aprender sobre ello, tienes un interés más profundo. De ese modo puedes saber mucho más que la media de interesados en ese campo.
Seguro que hay actividades en las que puedes saber más que otros que todavía están empezando, cuidar plantas, escribir, practicar un deporte, diseñar webs, asesorar en imagen, educar hijos, comer sano, un mundo de posibilidades. . .
No somos buenos en todo, pero seguro que hay facetas que se nos dan mejor que otras y podemos centrarnos en tres o cuatro.
Pregúntate: ¿En qué me pasaría horas y horas? ¿A que me dedicaría si no me preocupara el dinero? ¿Qué es aquello que todo el mundo dice que se me da genial?
Aquí tienes bastante información para pasar al siguiente paso:
¿Con quién quiero trabajar?
Una vez tengamos claro en qué vamos a trabajar surge la siguiente duda: ¿quiénes van a ser mis clientes?
Los que necesiten saber, aprender o hacer aquello que tú ya sabes y en lo que tienes experiencia.
Tienes que ser muy específica. Tu público tiene que tener un problema y tu ofrecer la solución.
Imagina que tu habilidad y pasión es cuidar plantas. Tienes que averiguar que necesitan y quieren las personas interesadas en esa actividad. A lo mejor no saben cuántos tipos hay, cuál es la mejor opción por su dedicación, que cantidad de agua necesita cada una, que tipo de abono, en que recipientes tienen que ponerlas, que cantidad de luz, y podríamos seguir. . .
Tienes que asegurarte de que hay suficiente público interesado en lo que quieres emprender, porque si eres muy bueno pero no hay mercado, no tienes nada que hacer.
Averigua si ya hay alguien que lo esté haciendo e investiga que es lo que existe y si cubre las necesidades de tus posibles clientes. Luego pregúntate: ¿Cómo puedo mejorarlo?
¿Qué es lo que puedo ofrecerle?
Si hay un público que tiene una necesidad, tenemos nicho.
Llegados a este punto, necesitas sabes que les preocupa, que obstáculos tienen, que es lo que más les cuesta.
Para ello debes ponerte en su mente, en lo que sienten, en las dificultades que pueden encontrarse y como superarlas, en que les ayudaría a aliviar su dolor, solucionar su problema y conseguir su objetivo.
De ese modo podrás acotar mucho más el tipo de cliente o de audiencia con la que vas a trabajar, a la que te vas a dirigir y podrás crear servicios más específicos para que les sean útiles y prácticos, cada vez más especializados.
Busca la solución basada en tu experiencia, en los puntos de inflexión que has vivido en como has conseguido superar retos, etapas, en qué es lo que has hecho y lo que no, lo que has aprendido. . .todo lo que les pueda ayudar.
Empieza por diseñar un servicio específico para un problema concreto (el principal), luego ya iras ampliando tu embudo de ventas y creando servicios e infoproductos complementarios.
¿Me va a pagar por ello?
Esa es la última pregunta que debes responder.
Ahora ya sabes que te gusta y que se te da bien, sabes que tienes una audiencia que tiene un problema que puedes ayudar a solucionar, pero. . . ¿está dispuesta a pagar por ello?
SI tienes competencia (que seguro que si), es porque hay gente dispuesta a pagar por una solución. No por cualquiera, sino por la que confíen que les ayudará a conseguir lo que quieren.
Algunos de los motivadores de compra son:
- Generar dinero.
- Ahorrar dinero o tiempo.
- Evitar esfuerzo.
- Obtener más comodidad.
- Una mejor salud o bienestar.
- Escapar el dolor físico.
- Ser reconocido o admirado.
- Aumentar autoestima.
Los clientes pagan por una solución a un problema o para que les ayudes a conseguir algo que les provoque placer o bienestar. Aunque siempre están más dispuestos a pagar por algo que les duela que por el anhelo de conseguir un objetivo.
Sea como sea, ten en cuenta que tus clientes te van a contratar como una inversión para conseguir un objetivo final y hay miles como tú que se dedican a ofrecer servicios parecidos, así que tienes que sobresalir de los demás y pensar: ¿Por qué me van a contratar a mi en lugar de otro que se dedique a lo mismo?
Ahora es tu turno, únete a la conversación
Si tienes respuesta a todas las preguntas que hemos ido desglosando estoy segura de que conseguirás saber exactamente que puedes ofrecer a los demás y tendrás una buena base en la que podrás edificar tu negocio.
Y ahora cuéntame, ¿cómo averiguas tú qué servicio crear para tus clientes cuando todavía no tienes? ¿Cuáles son los pasos que sigues? Me encantará leerte y compartir.
Deja una respuesta